En los últimos años, se ha incrementado considerablemente el consumo de bebidas energéticas tanto por parte de adultos como de niños y adolescentes. Y lo cierto es que lo ha hecho hasta tal punto que la situación empieza a tomar tintes un tanto preocupantes.
Los datos son elocuentes. Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus
siglas en inglés), el organismo europeo más importante en materia de alimentación, el 68 % de los adolescentes (con edades comprendidas entre los 10 los 18 años) de la Unión Europea consume este tipo de bebidas. Cifra a la que hay que añadir el 18 % de los niños de entre 3 y 10 años.
Y lo peor de todo es que el consumo de las bebidas energéticas entre niños y adolescentes aparece ligado a una gran variedad de actividades. Así, están los que las toman para mejorar el rendimiento físico en las actividades deportivas. Los que las mezclan con bebidas alcohólicas cuando salen por la noche de fiesta. Y quienes las utilizan para alargar las jornadas de estudio o para permanecer más horas despiertos.
¿Deberían los jóvenes dejar de tomar bebidas energéticas?
Las principales claves que pueden ayudar a entender si los jóvenes deberían consumir este tipo de bebidas están en su composición, y en los posibles riesgos y efectos de su consumo.
Componentes de las bebidas energéticas
La composición de la mayoría de las bebidas energéticas se basa principalmente en cuatro componentes: agua, sodio, cafeína y azúcar. A ellos, cada marca les añade en diferentes proporciones distintas sustancias estimulantes, algunas tan controvertidas como la taurina.
En el caso de la cafeína, estas bebidas suelen incluir en su composición cantidades del orden de 32 mg por cada 100 ml. Proporciones que para los azucares varían entre los 0 y 14,5 gramos por 100 ml.
Para entender mejor el problema, es importante poner estas cantidades en perspectiva.
Cantidades recomendadas según la Organización Mundial de la Salud
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la ingesta diaria de azúcar libre sea de 25 g y que en ningún caso sobrepase los 50 g. Estas cantidades se pueden superar fácilmente con una lata de 250 ml.
Por su parte, la EFSA recomienda que un adolescente de 13 años con 47 kg de peso no consuma más de 147 mg de cafeína al día, cifra que, por desgracia, se puede superar con solo beber dos latas de una bebida energética.
La paradoja del niño y el café
Hoy en día, a cualquiera nos sorprendería ver a un niño o un adolescente entrar en una cafetería y tomarse uno o varios cafés convenientemente endulzado con uno o dos sobres de azucarillos.
Sin embargo, por desgracia, en determinados entornos, se percibe con cierta normalidad que un joven consuma bebidas energéticas y que incluso a partir de ciertas edades las combine con alcohol.
Peligros de las bebidas energéticas en niños y adolescentes
Son muchos los riesgos asociados al consumo de las bebidas energéticas por parte de niños y adolescentes. Algunos de los más importantes son:
- Alteraciones del comportamiento
- Insomnio o mala calidad del sueño
- Obesidad
- Problemas dentales
- Diabetes e hipertensión arterial
- Empeoramiento de patologías como el asma o enfermedades cardíacas
- Incremento de hiperglucemias
- Bajo rendimiento escolar
- Depresión y baja autoestima
Además, otro peligro relacionado con el consumo de las mal llamadas bebidas energéticas es la falsa sensación de seguridad que ofrecen. Según un estudio realizado entre adolescentes alemanes, su consumo está relacionado con una mayor tendencia a llevar a cabo acciones temerarias. Este mismo estudio también las vincula con el consumo de determinadas drogas. Conclusión esta última apoyada por el Informe 2017 sobre Alcohol, Tabaco y Drogas ilegales en España del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones.
Los jóvenes no deberían tomar bebidas energéticas
La EFSA desaconseja el consumo de bebidas energéticas por parte de niños y jóvenes. Es más, en el caso de los menores de 12 años, lo hace de forma totalmente tajante, resaltando que no deberían probarlas bajo ninguna circunstancia.
Desaconseja aún más su consumo mezclado con bebidas alcohólicas, ya que su combinación puede causar desde alteraciones cardíacas hasta un aumento de la presión arterial pasando por perdida de coordinación motora.
Sin duda, la combinación de alcohol y de bebidas energéticas puede llegar a ser todo un cóctel explosivo.
¿Son realmente bebidas energéticas?
Para empezar, conviene dejar claro que, actualmente, el concepto de bebida energética no está reconocido en ningún código alimentario. De hecho, la propia EFSA lo define como engañoso, por lo que prohíbe que este tipo de bebidas se atribuyan la propiedad de energizar. Y es que la definición de bebidas energéticas no deja de ser un invento de los fabricantes con un fin puramente publicitario.
El principal efecto de este tipo de bebidas es ponerte nervioso, pero no se debe confundir estar nervioso con tener más energía. Es más, en algunos casos su capacidad energizante es prácticamente nula. Para comprobarlo, basta con ver cuál su aporte calórico, el cual, en general, bastante similar al de los refrescos. De hecho, en bastantes casos, ni siquiera llega a las 10 Kcal por 100 ml, un valor realmente muy bajo. Y lo peor de todo es que cuando realmente aportan calorías, las calorías que entregan son calorías vacías, que en ningún caso aportan nutrientes buenos, sino más bien todo lo contrario.
La conclusión de todo lo anterior parece evidente. El consumo de estas bebidas no ofrece prácticamente ningún beneficio y sin embargo entraña importantes riesgos para la salud de los jóvenes.
¿Qué pueden hacer los adultos para proteger a los niños y a los adolescentes de los riesgos de estas bebidas?
En primer lugar, los adultos deberíamos informarnos bien de los efectos en la salud de este tipo de bebidas, y explicarles a los menores porque no las deberían comprar y/o consumir. Además, no deberíamos tener estos productos en casa y de tenerlos no deberíamos tenerlos en lugar accesible a los menores. Por supuesto, tampoco deberíamos consumirlas en su presencia. A fin de cuentas, los niños copian todo lo que ven hacer a los adultos.
En última instancia, lo ideal es que los organismos públicos desarrollaran una regulación sobre estas bebidas. Regulación que debería empezar por prohibir que se denominaran energéticas. A fin de cuentas, algo que da energía se tiende a pensar que es bueno. Además, se debería controlar o prohibir su publicidad. Y, por encima de todo, sería conveniente que se revisara su composición, ya que la elevada cantidad de azúcar y las altas dosis de cafeína que llevan hacen de ellas auténticas bombas nutricionales.
Referencias
- Galimov A, Hanewinkel R, Hansen J, Unger JB, Sussman S, Morgenstern M. Energy drink consumption among German adolescents: Prevalence, correlates, and predictors of initiation. Appetite. 2019 Aug 1;139:172-179. doi: 10.1016/j.appet.2019.04.016. Epub 2019 Apr 29. PMID: 31047938.
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- https://pnsd.sanidad.gob.es/profesionales/sistemasInformacion/informesEstadisticas/pdf/2017OEDA-INFORME.pdf
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- https://juliobasulto.com/burn
- https://www.directoalpaladar.com/salud/bajo-la-lupa-red-bull-monster-burn-y-otras-bebidas-energeticas
- https://cafelab.es/cuanta-cafeina-tiene-un-cafe
- https://elpoderdelconsumidor.org/2013/11/radiografia-de-red-bull-bebida-energetizante-473-ml-un-bote/#:~:text=Agua%20carbonatada%2C%20sacarosa%2C%20glucosa%2C,caramelo%20(E%20150%20a).
- https://www.vitonica.com/complementos/bebidas-energeticas-todo-lo-que-necesitas-saber-en-cuanto-a-su-seguridad-y-eficacia-en-nueve-puntos
- https://blogs.alimente.elconfidencial.com/un-espia-en-el-supermercado/2018-03-13/bebida-energetica-peligro-riesgo_1533338
- https://www.aesan.gob.es/AECOSAN/web/seguridad_alimentaria/noticias_efsa/2013/bebidas_energeticas.htm